Llega un momento en el que una se da cuenta de que su relación con la comida y con el cuerpo no es saludable y mucho menos, sostenible, y empieza a hacerse preguntas que duelen pero también abren camino gracias a tomar ser consciente de lo que está ocurriendo. Si estás ahí, decirte que es normal y estás siendo muy valiente. Acompaño a muchas mujeres en este punto y sé que lo que más se necesita al principio es sentirse comprendida, ayuda y un lugar sin juicios y 100% seguro. En esta guía encontrarás justamente eso: orientación realista y herramientas que pueden ayudarte a empezar tu recuperación con más apoyo y sostén.
Qué es un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA)
Antes de entrar en detalles, quiero que tengas algo claro: un TCA no es una llamada de atención, ni un problema de fuerza de voluntad. Es una enfermedad mental grave que daña la salud física y mental. Es un conflicto profundo entre el cuerpo y la mente, que suele empezar como un intento de control sobre la comida, el cuerpo y termina en una obsesión, ocupando todo el espacio en la cabeza y vida diaria de la persona limitando y condicionando notablemente. Aceptar, reconocer, tomar conciencia y entender qué está pasando es el primer paso para que puedas poner nombre a lo que sientes y empezar a orientarte.
– Tipos de TCA: anorexia, bulimia, atracones y TCA no especificados:
Antes de nada, quiero decirte que no debes etiquetarte aunque por un lado ayuda a entender que te está ocurriendo, pero no te define porque eres mucho más que el TCA, ya que tiene cura y la recuperación total existe aunque hayas escuchado todo lo contrario, no es así.
En consulta veo perfiles muy distintos, pero todos comparten una relación con la comida marcada por miedo, culpa o pérdida de control. La anorexia suele expresarse con una fuerte restricción y reglas rígidas; la bulimia con ciclos de atracón y compensaciones; los trastornos por atracón con episodios de comer en automático acompañados de vergüenza; y los TCA no especificados mezclan síntomas sin encajar del todo en un solo diagnóstico. No se trata de etiquetas para asustar, sino de entender qué patrón se repite para poder abordarlo.
– Principales síntomas físicos y emocionales:
Más allá de la comida, lo que suele avisar es la ansiedad constante, la obsesión por “hacerlo bien”, la desconexión del hambre real y la sensación de que todo gira en torno al control. En el cuerpo pueden aparecer cansancio, digestiones difíciles o cambios de energía. Lo importante no es el listado, sino reconocer si esto te está limitando tu vida cotidiana.
– Señales de alerta importantes:
Cuando comer ocupa demasiado espacio mental, cuando ocultas conductas por miedo o vergüenza, o cuando te cuesta parar incluso sabiendo que te hace daño, es momento de pedir ayuda. No es debilidad: es un síntoma claro de que necesitas apoyo profesional para frenar el deterioro emocional y físico. No estás sola y entiendo por lo que estás pasando.
Primer paso: reconocimiento y aceptación del problema
Aceptar que algo no va bien con la comida no es un acto de valentía, es un gesto de honestidad contigo misma, en cambio pedir ayuda, es muy valiente. Muchas mujeres llegan a consulta diciendo que llevan años con una situación que les limita, condiciona, agota, incluso normalizando síntomas que ya no pueden sostener. Este primer paso no soluciona el problema, pero abre una puerta importantísima: la de poder recibir ayuda sin exigirte hacerlo todo sola.
– Cómo identificar que necesitas ayuda profesional:
Cuando la comida ocupa 24/7 en tu cabeza, cuando tu estado de ánimo depende de “haberlo hecho bien” o cuando notas que tus rituales, normas, reglas alimentarias mandan más que tus señales internas, es momento de pedir apoyo. También si aparecen atracones, vómitos, restricciones, prohibiciones, culpa o miedo constante a perder el control, incluso autolesiones. No necesitas tener todos los síntomas ni “estar muy mal” para pedir ayuda. Basta con que sientas que esto te está robando salud, calidad de vida.
– Rompiendo mitos y miedos iniciales:
Es habitual creer que pedir ayuda implica “fracasar”, o que un profesional te obligará a comer sin escucharte. No funciona así. El acompañamiento especializado no se basa en forzar, sino en devolverte seguridad, estructura y comprensión. Tampoco necesitas encajar en una etiqueta diagnóstica para recibir apoyo; lo relevante es cómo estás viviendo tu relación con la comida y cómo te afecta en tu día a día. Como Nutricionista mi papel no es hacer «engordar» es ayudarte a recuperar tu vida junto con psicólogos/as especializados, siendo más saludable, funcional y llegar a rehabilitarnos nutricionalmente para que nuestro cuerpo y nuestra mente pueda hacer con salud lo que realiza día a día con energía y vitalidad.
Opciones de ayuda y tratamiento para un TCA
Nadie se recupera de un TCA con fuerza de voluntad, no va de eso. El mejor de los pronósticos es cuando la persona que padece el TCA, acepta, reconoce su problema y quiere recuperarse por y para él o ella. La recuperación se sostiene y debe ser a través de un equipo multidisciplinar o interdisciplinar, con pautas y herramientas personalizadas, realistas y en un espacio seguro donde puedas entender qué te pasa sin juicio. Aquí tienes las opciones que suelo recomendar en consulta para empezar a construir ese apoyo de forma segura:
– Terapia psicológica especializada:
El trabajo psicológico es clave porque aborda el origen del conflicto, ya que el problema de origen es mental derivando en conductas alimentarias dañinas: la relación con la comida, con el cuerpo, el miedo a engordar, el miedo al descontrol, la culpa y los patrones que mantienen el TCA activo. Un psicólogo/a especializada en conductas alimentarias te ayuda a identificar y entender por qué ha aparecido el TCA en tu vida, porque son diversos los factores que lo pueden causar, además de educación psicológica para recuperar estabilidad emocional y poder de gestionarla en sintonía contigo, con amabilidad y respeto. No es un proceso rápido, es más, es lento y debemos tener paciencia y aceptar el ritmo que podemos y debemos llevar. Una vez finalizado el proceso, llegada a la recuperación, te ayudará a evitar o gestionar posibles recaídas.
– Acompañamiento nutricional especializado:
Desde el abordaje nutricional, el objetivo no es hacerte engordar como comentaba anteriormente, ni tampoco controlar lo que comes, sino enseñarte a comer, pero con flexibilidad, ayudarte a mejorar tu relación con la comida rompiendo mitos, creencias que tenemos muy arraigadas de mentalidad de dieta, dejar de ver la comida como el enemigo, romper miedo/culpa con ella través de herramientas y ejercicios, ayudarte a llegar a la suficiente calidad/cantidad que tu cuerpo necesita para funcionar correctamente a través de pautas realistas y personalizadas de forma gradual y transitoria, devolverte la conexión con tus señales internas de hambre-saciedad, etcétera. Se coordina siempre con psicología para que ambas partes avancen en la misma dirección.
– Grupos de apoyo y recuperación colectiva:
Compartir el proceso con otras personas reduce la sensación de aislamiento. Los grupos bien moderados ofrecen validación, nuevas perspectivas y un espacio seguro donde hablar del día a día sin sentirte juzgada. No sustituyen al tratamiento profesional, pero complementan muy bien el camino y aportan sostén emocional, ademas de sentir un gran entendimiento. Los grupos de apoyo deben ser recomendados por el psicólogo/a que te esté acompañando, porque depende el caso o el momento en el que nos encontremos puedo que nos venga bien o no. Cada persona y cada TCA es un mundo.
Cómo es el proceso de recuperación: etapas y expectativas
La recuperación no es lineal, ni perfecta. Hay avances, retrocesos y momentos en los que parece que nada cambia… aun así, el proceso avanza y estaremos a tu lado para recordártelo y reforzarte. Entender como va air sucediendo este camino de recuperación, las etapas que conlleva, ayuda a poner en contexto lo que sientes y a no interpretar cada dificultad como un fracaso. En mi consulta siempre os transmito que no hay fracasos, hay dificultades y gracias a ellas, habrá aprendizaje, avance, evolución, porque debemos permitirnos equivocarnos para poder aprender. Te explico cómo suele vivirse desde la práctica clínica.
– Fase inicial: romper reglas y empezar a confiar en el cuerpo:
Esta etapa suele remover mucho porque implica tomar conciencia, cuestionar normas, conductas que llevas años siguiendo, normalizando y que no ayudan, sino que mantienen y agravan la situación. Aquí trabajamos seguridad, estructura básica y ejercicios para que puedas volver a escuchar señales internas sin miedo y culpa. Aprender a confiar en ti, en tu cuerpo, pero no se trata de lo que «tengo que hacer», se trata de descubrir tus necesidades, tus apetencias, desde la escucha y no con el fin de controlar, si no de gestionar, de atenderte con cariño, amabilidad y respecto. De esta manera reducimos la lucha constante en la que vives, es decir, dejar de estar contra ti y empezar a estar contigo. Decirte también que esto no va a llevar a comer con descontrol como sé que estás pensando, si no todo lo contrario, porque debes confiar en los profesionales y en el proceso para que lo veas con tus propios ojos y entienda que no se soluciona controlando más, restringiendo o prohibiendo, porque justo eso, es lo que te lleva al mismo punto una y otra vez, viviendo en un bucle constante. «Si todo fuese tan sencillo como comer menos y movernos más», ¿estarías en esta situación?.
– Manejo de la ansiedad y pensamientos obsesivos:
Cuando la comida deja de estar tan controlada, la ansiedad suele subir. Es normal. El trabajo aquí se centra en identificar que es lo que lleva a ello y poder trabajarlo de forma personalizada con un psicólogo/a especializada que podrá ofrecerte un espacio para poder desahogarte, ejercicios y herramientas para poder acompañarte en esta situación. Para vernos y sentirnos bien, nos empeñamos en cambiar lo de fuera haciendo dietas, restringiendo, prohibiendo, y es justo al revés, se trata de sanar de dentro hacia afuera para estar y verse bien.
– Reconectar con las señales internas de hambre y saciedad:
Si no estamos conectadas con las señales de hambre-saciedad o las tenemos desreguladas, gracias al abordaje psicológico y nutricional lo irás recuperando poco a poco. Una vez estemos conectadas te enseñarán a atenderlas y gestionarlas de forma intuitiva sabiendo diferenciar los tipos de hambre porque todos son una necesidad y hay que cubrirla, no solo la física, también la emocional. Esta parte es muy liberadora, pero requiere paciencia y práctica constante.
– Trabajar la imagen corporal, la aceptación corporal:
No hablamos de “amar tu cuerpo” y de obligarte a que te guste, lo que no te gusta. Se trata de aceptar, de respetar. No tiene por qué gustarnos todo de nosotras, pero esas partes de nosotras, merecen cariño y respeto. Es un trabajo más profundo: reducir la hostilidad interna, entender de dónde vienen tus pensamientos sobre tu imagen y construir una mirada más compasiva. Una psicóloga experta en TCA e imagen corporal es muy importante para que pueda ayudarte a dejar de odiar, rechazar tu cuerpo. Se trata de habitar nuestro cuerpo.
El papel fundamental del apoyo social y familiar
La recuperación se vuelve mucho más llevadera cuando no tienes que sostenerla sola. El entorno no “cura” un TCA, pero sí puede ayudarte mucho a sentirte más apoyada, segura, comprendida y menos atrapada en tus propios pensamientos. A veces basta con que una persona cercana sepa cómo acompañarte para que los días difíciles pesen un poco menos.
– Qué evitar decir o hacer frente a una persona con TCA:
Los comentarios sobre peso, cantidades o “lo que debería comer” suelen hacer más daño del que imaginas. También minimizaciones como “eso nos pasa a todos” o consejos rápidos tipo “solo come normal”. Lo más útil suele ser escuchar sin juzgar, validar el malestar y preguntar qué necesita la persona en ese momento. El objetivo no es arreglarlo todo ya, porque eso es imposible, sino evitar añadir más presión y tener más paciencia. En estos casos, recomiendo tener sesión con la psicóloga y/o nutricionista porque no es fácil para los cuidadores tampoco y de esta manera pueda explicarles desde lo más básico como por ejemplo ¿qué es un TCA?, y orientarles como ayudar, como acompañar al ser querido que esté en proceso de recuperación de un TCA, porque no se trata de controlar, ni obligar.
Da el primer paso hacia tu bienestar, hacia tu calidad de vida
Llegar hasta aquí ya es un avance. No porque “hayas entendido todo”, sino porque estás prestando atención a algo que llevaba tiempo pidiéndola. La recuperación de un TCA es un proceso profundo, a veces incómodo, pero lleno de posibilidades cuando cuentas con apoyo profesional y un entorno que te sostiene. No necesitas hacerlo todo sola y todo hoy; solo empezar a orientarte ya es un gran paso.
– Recapitulación de puntos clave:
Si algo quiero que te lleves es esto: no estás sola, lo que te pasa tiene explicación y existen caminos claros para abordar cada fase. El trabajo psicológico y nutricional coordinado es la base; las herramientas prácticas ayudan en el día a día; y pedir apoyo no te hace débil, te coloca en una posición de cuidado contigo misma. Cada avance cuenta, incluso aquellos que no parecen grandes.
– Cómo empezar la búsqueda de ayuda profesional:
Te recomiendo iniciar contacto con una psicóloga especializada en TCA y también con una nutricionista especializada en TCA que trabaje con un enfoque no dieta, no pesocentrista. Busca profesionales que te transmitan calma, respeto y claridad, que te ofrezca un lugar seguro, sin juicios, ni gordofobia. El camino se hace más llevadero cuando eliges a un equipo que te cuide de verdad. ¡Ánimo y hazlo incluso con miedo!. El primer paso y un gran avance, es sin duda, pedir ayuda.


