Si estás leyendo esto, seguramente hay alguien que te importa y sospechas que puede estar pasando por un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Lo primero que quiero decirte, como nutricionista especializada en TCA y como persona que también ha pasado por ahí, es que tu preocupación ya es una forma de cuidado. No vas tarde y no hace falta que lo sepas hacer perfecto para ser un buen apoyo.
En esta guía quiero explicarte, con un lenguaje claro y sin juicios, cómo ayudar a alguien con TCA: qué mirar, qué decir, qué evitar y cuándo pedir ayuda profesional.
Qué son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)
Los TCA no son “caprichos”, ni “manías con la comida”, ni una etapa de querer estar más delgado/a. Son problemas de salud mental serios en los que la relación con la comida, el cuerpo y el control se vuelve rígida y muy dolorosa.
En mi consulta eres mucho más que una etiqueta, que un diagnóstico, pero nos ayuda a entender y comprender lo que nos está sucediendo y en mi caso veo con frecuencia personas con:
- Anorexia nerviosa
- Bulimia nerviosa
- Trastorno por atracón
- Trastorno de Conducta Alimentaria No Especificado (TCANE)
Detrás casi siempre hay una mezcla de factores: biología, personalidad muy autoexigente, baja autoestima, experiencias difíciles, presión estética, miedo a engordar, gordofobia, momentos de mucho estrés o cambio. Nadie elige tener un TCA, nadie elige de que enfermar igual que nadie elige tener una depresión, por eso es importante ser comprensivos, empáticos y amables.
Señales de alerta para identificar un TCA
Cada persona es distinta, pero hay patrones que se repiten. No hace falta que estén todos para que haya un problema. A veces he escuchado decir «no estoy suficientemente enferma para pedir ayuda» y es un error, porque si estás sufriendo, si tu vida ha empeorado y ha disminuido la calidad de vida, es más que suficiente para pedir ayuda.
Cambios en hábitos alimentarios y conductas
- Evita comer en familia o en grupo, pone excusas para no sentarse a la mesa.
- Corta la comida en trozos muy pequeños, la mueve por el plato, tarda muchísimo en comer.
- Se obsesiona con “comida sana”, etiquetas, calorías, reglas rígidas tipo “esto nunca”, “esto siempre”.
- Alterna restricción con episodios de comer muy rápido y con sensación de descontrol.
- Aumenta de golpe el ejercicio físico con discurso de “compensar” o “quemar o por salud”.
Alteraciones en la imagen corporal
- Se mira o se toca con frecuencia zonas concretas del cuerpo con rechazo.
- Se compara constantemente con otras personas.
- Habla de su cuerpo con términos muy duros (“asco”, «odio», “horrible”, “insoportable”), aunque desde fuera no lo veas así.
Síntomas físicos y emocionales
- Cansancio extremo, mareos, sensación de frío constante.
- Más irritabilidad, cambios de humor, aislamiento social.
- Mucho secretismo alrededor de la comida: mentiras, evasivas, “ya he comido antes”.
- Se enfada cuando le preguntas si ha comido.
Si algo de esto te resuena, es motivo suficiente para prestar atención, aunque aún no haya diagnóstico.
Cómo apoyar emocionalmente a una persona con TCA
Cuando alguien tiene un TCA, te seguro que ya se está juzgando así misma todo el tiempo, es más, continuamente. Lo que más necesita de ti no es que le expliques por qué “eso está mal”, sino un lugar donde pueda descansar de tanto juicio. Necesita que estés ahí, necesita apoyo, comprensión, sostén, acompañamiento.
La importancia de escuchar sin corregir
Apoyar no es dar discursos, es sostener. Cosas que ayudan:
- Dejarle hablar hasta el final, aunque lo que diga te asuste o no te guste o no estés de acuerdo.
- Validar su malestar: “Entiendo que lo estás pasando muy mal”.
- Estar ahí: «¿necesitas algo? ¿puedo hacer algo por ti?
- Admitir tus límites: “No sé exactamente qué decirte, pero quiero estar contigo en esto”.
No tienes que estar de acuerdo con lo que piensa sobre su cuerpo, solo reconocer que está sufriendo de verdad. No ayuda decir: «pero si eres preciosa», porque en realidad se siente tan mal por dentro, que lo ve reflejado por fuera y por eso es tan importante pedir ayuda profesional, porque no se trata de mejorar/cambiar lo de fuera para estar bien, se trata de mejorar/cambiar lo que sentimos por dentro para poder vernos bien por fuera.
Cómo abrir conversaciones delicadas
Puedes empezar con frases sencillas, desde tu preocupación, no desde el reproche:
- “Me he dado cuenta de que últimamente la comida y tu cuerpo te preocupan mucho y estoy preocupada por ti”.
- “No quiero agobiarte, pero si necesitas hablar, estoy aquí para escucharte sin juzgarte”.
- “No tengo todas las respuestas, pero no quiero que lo vivas sola, estoy aquí, estoy a tu lado”.
Evita frases como “si quisieras podrías parar”, “solo tienes que comer normal” «contrólate» o “eso es cosa de la edad” o «es por llamar la atención». No ayudan y suelen aumentar la culpa. además de que se sentirá muy sola y tratará de ocultar lo que hace y lo que siente por miedo a ser juzgada y no ser comprendida.
Estrategias prácticas para ayudar en el día a día
Además del apoyo emocional, el entorno puede hacer las cosas más fáciles o más difíciles. La familia, los amigos, es decir, el entorno, es un factor muy importante para bien o para mal.
Crear un ambiente más seguro en las comidas
- Evita que la conversación gire sobre comida, cuerpos, peso, dietas o cantidades. Hablar del día, de lo que os apetece hacer el fin de semana, de hobbies, etcétera.
- No conviertas el plato en un examen, que no se sienta observada: porque observar cada bocado solo aumenta la tensión.
- Si lo acepta, puedes ofrecer acompañarle en ciertas comidas clave, sin asumir el papel de “policía” de la comida, porque no se trata de controlar, si no de supervisar en silencio y con paciencia. También decirte que la persona que cuida, «el cuidador», no dude en pedir ayuda para poder lidiar con esta situación de la mejor forma posible y pueda tener un lugar donde también pueda desahogarse y puedan acompañarla en este camino.
El objetivo no es que coma “perfecto”, sino que la mesa no sea un campo de batalla.
Fomentar rutinas que aporten calma y tranquilidad
- Horarios de comida relativamente regulares, sin extremos de “todo o nada”.
- Actividades que no tengan que ver con peso o comida: paseos, cine, hobbies, planes tranquilos.
- Cuidar el descanso: el sueño influye muchísimo en la regulación emocional.
Tu función no es diseñarle la vida, ni controlarla, sino ayudar a que haya más espacios donde pueda sentirse persona, no solo “problema”.
Cómo hablar del trastorno alimentario sin empeorar la situación
Sé que da miedo “sacar el tema” por si se enfada o se cierra más. Pero el silencio no lo protege, solo lo deja más solo.
- Elige un momento tranquilo, sin prisas y siempre fuera de las comidas.
- Habla siempre desde el “yo”: “yo te veo más triste/aislada/preocupada y me importa lo que te pasa”.
- Sé concreto/a: menciona conductas que has observado sin etiquetarlas (“He visto que últimamente…”).
Es posible que lo niegue, minimice o se enfade, porque tiene miedo y le da vergüenza. No entres en lucha para convencerle. Repite tu mensaje base: “Aunque ahora no quieras hablar de esto, voy a seguir aquí cuando lo necesites, no estás sola”.
Motivar la búsqueda de ayuda profesional
Un TCA no se resuelve solo con buena voluntad, no va de fuerza de voluntad, no va de «si quieres, puedes». Hace falta un abordaje profesional especializado.
Puedes ayudar a dar el paso:
- Proponiendo buscar juntas información sobre psicología y nutrición especializada en TCA con enfoque respetuoso, no dieta, no pesocentrista.
- Ofreciéndote a acompañarle a la primera sesión si eso le da más seguridad.
- Dejando claro que pedir ayuda no es un fracaso, es un acto de cuidado.
También es importante que entiendas tú que acompañar no significa sustituir a los profesionales. No eres su terapeuta. Eres un gran apoyo y muy importante, por eso es importante tener paciencia, confiar en los profesionales y en la persona que comienza el camino de recuperación de TCA.
Qué hacer en una situación de crisis
Hay momentos en los que no basta con “hablarlo más”, eso le puede presionar y agobiar.
Signos de alerta que requieren atención urgente:
- Mareos intensos, desmayos, dolor en el pecho, dificultad para respirar.
- Debilidad extrema que le impide hacer actividades básicas.
- Comentarios directos sobre no querer vivir, hacerse daño o ideas muy claras de autolesión.
En estos casos, la prioridad es la seguridad. Lo adecuado es acudir a los servicios de urgencias de tu zona o llamar a los servicios de emergencia y explicar con claridad lo que estás viendo. Si ya está en tratamiento, informa al equipo en cuanto puedas.
No es exagerar. Es cuidar.
También tú necesitas cuidados
Acompañar un TCA es duro también y desgasta. Muchas familias llegan a consulta sintiendo que han hecho algo mal o que no han sido suficientes. No es así.
Algunas señales de que necesitas apoyo:
- Sientes que tu vida gira solo en torno al problema de esa persona.
- Estás agotada/o, irritable o con sensación de “no puedo más”.
- Te culpas continuamente por lo que hace o deja de hacer.
Siempre digo: «¿quién cuida del cuidado?», por eso cuídate y no dudes también en pedir ayuda. Buscar tu propio espacio de ayuda (terapia, grupos de familiares, acompañamiento profesional) no es abandonar a la otra persona. Es precisamente lo que te permite sostener de forma más sana y adecuada.
Un mensaje si estás acompañando a alguien con TCA
Del TCA se sale. La recuperación total existe. Lo sé por lo que he vivido y por lo que veo cada día en consulta. La recuperación no es una línea recta ni un camino rápido, es más es lento y debemos tener paciencia e ir al ritmo que cada persona puede ir, pero es posible y real recuperarse. Es un mito que un TCA, un problema alimenticio es para toda la vida, por favor, también hay que evitar estos comentarios porque no facilitan las cosas, al revés, pensará que no hay nada que hacer y que para eso, no hace falta esforzarse, si no, conformarse y resignarse.
No tienes que saber exactamente cómo ayudar a alguien con TCA para ser importante en su proceso. Necesita profesionales, sí, pero también necesita a personas como tú: que escuchan, que se forman, que no niegan lo que sucede, que se atreven a poner palabras a lo que ven y que se quedan incluso cuando no es fácil.
Este artículo es informativo y no sustituye en ningún caso la valoración ni el tratamiento de profesionales de la salud. Si sospechas que alguien cercano puede tener un trastorno de la conducta alimentaria, te animo a pedir ayuda especializada cuanto antes. Acompañar duele, pero no tienes por qué hacerlo en soledad.
